Quizás es un deslizón muy grande de las demás cosas que he venido a lanzar acá. Pero no importa: me enferma que porque soy mina tengo que comportarme tranquila y no hacer escándalos en los lugares públicos. Hoy gritoneé mucho a un dependiente de tienda (o tendero, para sintonizar con la onda tropical del libro de latín) por atenderme con toda la parsimonia del mundo y por pegarme una mirada de profunda indiferencia cuando le dije que si se podía apurar, porque tenía cosas que hacer. Bueno, eso y que no quería devolverme toda la plata cuando le entregué de vuelta el par de zapatillas que alguien me vendió mal por errores ridículos. Eso y que el dependiente me dijera que debería haberme fijado yo en que me vendan las cosas bien. No me venga con tonteras: me veré muy joven y calladita, pero estúpida no soy.
Eso es todo. Prometo volver al dial.
2 comentarios:
Hay una huevá compleja con el espacio público,amiga, que no termina de intrigarme. Hoy me pasó lo más freak que he visto en la calle en mucho mucho tiempo: cuando lloraba a mares alguien trató de consolarme.
Le comentaba a alguien hoy que tengo la manía de llorar mis penas en la calle, precisamente en el espaciopúblico, porque las gentes son como una muralla de concreto,y me da vergüenza, y me da pudor que me vean, pero me obligo
1. porque me endurece el caracter
2. porque la vergüenza me convierte la pena en rabia
Básicamente, porque nadie nunca hace nada y si bien todos quieren mirarte (e incluso fantasean con consolarte en algo) nadie se acerca. Una vez me ofrecieron un cigarro, eso sí. Hoy una chica se ofrecióa acompañarme en mi pena, y fue muy lindo y avergonzante, pero lo necesitaba...
un poco para saber que, entre los autómatas sin alma que se apilan en el metro, hay vida.
Y SERIA hum.
AMIGA, me da mucha risa eso de "las cosas que he venido a lanzar"... es como si esto fuera un botadero, y esa idea es tan sabrosa, jajaja!
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