miércoles, 7 de mayo de 2008

Lo que Pasiones dice

No sé por qué ni qué. Hay que ser ocioso para pensar en tanta cosa (y no sólo recordar, ojo, porque una inventa, como si no estuviera lo suficientemente enrollada, como si las cosas efectivamente sucedidas no bastaran para expresar el deseo constante e incesante que se expresa en un montón de tics, de síntomas nefastos en su mayoría nocturnos).

(En fin, una imagina como si no hubiera mañana).

Pasiones dice, y nadie nunca ha cuestionado la sentencia, que toda calentura prosaicamente aparecida de la nada se debe al trabajo de algún brujo hecho por ahí (¡Como si no fuera una la que más trabaja antes, durante y después de las famosas relaciones que en mala hora se nos ocurre tener, y en un vago intento por conciliar el sueño en noches difíciles como ésta!).

Siga trabajando, amigo místico y escaldasónico, que las noches de invierno se nos están poniendo frías (como para congelarle los pies a todas las mujeres de este hemisferio juntas).

lunes, 5 de mayo de 2008

Lo de mantener la compostura

Quizás es un deslizón muy grande de las demás cosas que he venido a lanzar acá. Pero no importa: me enferma que porque soy mina tengo que comportarme tranquila y no hacer escándalos en los lugares públicos. Hoy gritoneé mucho a un dependiente de tienda (o tendero, para sintonizar con la onda tropical del libro de latín) por atenderme con toda la parsimonia del mundo y por pegarme una mirada de profunda indiferencia cuando le dije que si se podía apurar, porque tenía cosas que hacer. Bueno, eso y que no quería devolverme toda la plata cuando le entregué de vuelta el par de zapatillas que alguien me vendió mal por errores ridículos. Eso y que el dependiente me dijera que debería haberme fijado yo en que me vendan las cosas bien. No me venga con tonteras: me veré muy joven y calladita, pero estúpida no soy.
Eso es todo. Prometo volver al dial.

viernes, 2 de mayo de 2008

el por qué de Cortázar


Rayuela siempre ha sido mi libro favorito, pero desde que descubrí que era Talita. no siempre fui talita -o, en su defecto, lo desconocía- pues comencé a serlo cuando Traveler me dijo que lo era. Traveler llegó hace algunos años a mi sala con unos jeans gastados y algo chascón. tenía toda la fachada de haber sido un adolescente en los 90, de ser un grunge que todavía cargaba el luto por kurt cobain. cuando se sentó en la mesa (y no en la silla, qué revolucionario profesor), dijo que venía a mostrarnos un poco de literatura. a pesar de los aburridos temas que impone el ministerio, como el drama del emisor con el receptor, que qué diantres es un texto argumentativo, tuve la increíble capacidad de extrapolarme del contexto y echar a correr mi imaginación. no era mi intención, lo juro, pero ya me era imposible no imaginar a Traveler arriba de una mesa, levantándome la falda del uniforme, tomándome por las piernas hasta conducirme a su centro. pensé que todo era culpa de la monotonía de las materias, hasta que un día se me acercó y se sentó en mi mesa. cuando una simple pregunta por el canal se transformó mentalmente en una insinuación de segundo tipo, descubrí que me había enamorado de mi profesor de castellano. qué tragedia. pero más tragedia es lo que pasó después. ingenuamente me dediqué a escribir todo lo que Traveler decía en clases y, en la parte de atrás del mismo cuaderno, a echar un poco afuera todo lo que me estaba pasando. no, eso no es lo trágico. lo trágico fue que un día el dichoso cuaderno se me perdió. lo busqué por todo el colegio y llegué a llorar, porque si alguien lo encontraba estaría al descubierto. recé una semana entera (como nunca lo había hecho por nada) y finalmente el cuaderno apareció, pero no donde yo quería que apareciera. un día lunes en la mañana, Traveler me dijo que fuera a su oficina después de clases. pensé que me iba a entregar la prueba que me debía, pero cuando llegué al lugar de encuentro, me sentó en una silla inquisidora y me preguntó si el cuaderno que él tenía en su mano era mío. no supe qué decir. cuando por fin rompí el silencio, me lo entregó con una sonrisa. me aproximaba a abrir la puerta y de pronto me confesó que había leído la parte de atrás. agregó que escribía muy bien. me preguntó si había leído werther y, cuando le dije que no, me lo prestó en seguida. podríamos decir que en el momento mismo en que Traveler me prestó un libro que no era de lectura obligatoria, descubrí que había un vínculo insoslayable que se estaba construyendo. llegué mi casa y lo leí con desesperación. me sentí tan identificada que no pude evitar decirle, al otro día, que me había encantado. se sorprendió de que lo hubiese leído tan pronto, pero sonrió nuevamente. “tienes que leer a cortázar -me dijo-, es mi escritor favorito y estoy seguro de que te gustará también”. a los días hubo un concurso literario en el colegio y participé porque Traveler me lo pidió. gané el primer lugar y Traveler se acercó para entregarme algo envuelto en un papel brillante muy bonito. cuando lo abrí era un libro de Teillier con una dedicatoria que decía:

“teillier es un poeta lárico que anhela ese pasado y tiempo que se fue y que difícilmente volverá. para mí fue muy significativo durante mucho tiempo. aún queda algo de eso. ojalá que para ti signifique algo también. sigue con la literatura, es algo muy precioso y peligroso que debes cultivar”.

sé bien qué pasó, pero a fines de ese año me llegó el rumor de que Traveler había renunciado. con profunda desesperación y euforia adolescente (de la que va quedando poca), llamé a muchas personas hasta que logré conseguir el teléfono de Traveler. le dejé un mensaje de voz y me llamó horas más tarde. intercambiamos correos. Traveler me habló de juan emar de pronto, de Cortázar otra vez. me dijo que tenía que leer Rayuela y que cuando lo terminara nos podríamos tomar un café por los del Club de la Serpiente. justo por esas fechas un amigo viajaba a buenos aires, así que se lo encargué. en cuanto me lo entregaron, comencé a leerlo hasta terminarlo. sin embargo, el encuentro vino un año después. lo que pasa es que yo no sabía que Traveler estaba de novio y tenía planes de casarse. me alejé, pero no por mucho, porque meses más tarde me llamó por teléfono para decirme que nos juntáramos; había terminado con la Maga y ya era hora de cumplir lo que nos veníamos prometiendo hace un año. pusimos una fecha y un lugar pero no sé por qué me enfermé y no pude ir. luego nos enteramos de que coldplay venía a chile y, como a ambos nos gustaba mucho, fuimos juntos. ese día me vino a buscar a mi casa y mientras íbamos en el auto yo sentía que la sangre me hervía por dentro. Traveler me vino a dejar horas más tarde y, cuando llegamos a la puerta, me dijo que yo era Talita, porque las magas eran volátiles como la espuma. cerró los ojos y me dio un beso con gusto a green eyes, con la sutileza de fix you. nos vimos una vez y dos y cinco. a mi mamá, como siempre, se le ocurrió ir a la playa en el momento menos oportuno. cuando volví, Traveler quería verme. fui a su casa. tuve la estupenda idea de ir con falda, por lo que las cosas se volvieron un tanto tensas. Traveler me esperaba descalzo. en otro momento no habría contenido mis ganas de sacárselo todo, pero ese día me había caído todo el peso de lo que era la diferencia de etapas y Traveler tenía trece años más que yo. almorzamos y conversamos un rato, hasta que de un minuto a otro puso sus manos en mis caderas, me llevó a su pieza, me tiró en la cama y comenzó a levantarme esa falda que yo tanto quise que levantara un día. Traveler me sacó toda la ropa, me tocaba como nunca nadie lo había hecho y entonces a mi me vinieron ganas de vomitar. no por él, sino por la situación. sentía poco a poco que ya no había línea divisoria entre mi cuerpo y un mártir; me dolían los muslos y las caderas de tanta dilación. no física, sino mental. estaba a un paso de perderlo todo cuando por fin decidí, con el pecho lleno de mortificaciones, confesarle que era virgen, que no podía seguir. la cara de Traveler se desfiguró. pensé que no le iba a importar y que iba a seguir con eso que estaba haciendo solo y debo confesar que tuve mucho miedo y me sentí más niña y desprotegida que nunca. Traveler se apartó de mí, me entregó mi falda y me dijo que él tenía tantas ganas de presentarme a sus padres, de esto y lo otro, pero que él no estaba para juegos de niños, para miraditas y quemarropa que mejor me fuera de su casa y de su vida. cuando iba en la micro me encontré con una amiga que le había pasado lo mismo que a mí. había estado con su profesor de filosofía hace un tiempo atrás y, luego de escuchar mi historia, me dijo sabiamente que yo siempre había sido talita, pero que él era un simple oliveira, en ningún caso un traveler.

Ayer soñé que mi papá se moría y que no me acompañabas a su funeral

A veces eres tan tonto, pensar que no quieres aparecerte por mi casa quién sabe por qué (es decir, todos saben por qué) y yo estoy acá, sola, con el yuki claro, pero mas botada que los árboles que vinieron a sacar el otro día. Te echo de menos porque pucha que hace bien/mal esto de querer a alguien, y no solo te echo de menos, es que me siento tan sola a veces, tan pero tan sola que es casi una necesidad que te aparezcas aunque sea una vez, solo para ver como estoy, sabes? Y te llamo, y el teléfono, con esa distancia tan increíblemente enorme que acarrea, me hace sentir que no sirve de nada escucharte 5 minutos diarios, mientras me dices en tono aniñado que no me ves desde el Lunes, y me sigo cayendo y cayendo en mi cama, que a estas alturas es mas bien una especie de jaula/camisa de fuerza. Me da absolutamente lo mismo si tu y mis papás no tienen feeling entre ustedes, el punto es que nadie te ha prohibido jamás entrar en esta casa, todo lo contario, pero ves? sigo acá sola, escuchando a los niños jugar a la pelota, escuchando tus cd's y you'reee the oneeeeeeee for meeeeeee me da vueltas, y vueltas, y vueltas en la cabeza, y como escuche por ahí me quedo con las ganas si es que de esas tengo. Porque por mucho que me haya negado a escribir por acá algún tiempo, por mucho que mi juicio haya encontrado un poco extraño el rumbo que toma este espacio (digamos que mi estilo dista bastante de lo que observo), me sigues obligando a escribirte, me sigues obligando a desafiarte, por que sé que si algún día llegas a leer algo de esto me vas a decir un sincero y odioso "no me gusta" que me va a dejar tirada en quien sabe donde, porque esto de sentarme a odiarte una vez al mes me está matando, porque esto de sentarme a odiarme me está matando.