yo al español lo conocí en la puerta de alcalá. bueno, en verdad lo conocí a través de ventanitas naranjas una vez, pero eso es lo de menos, porque pude verlo y tocarlo y decirle holacómoestái en frente de la puerta, no antes, y por computador no hay más que flujos sin fundamentos. luego de habernos hablado y jurado por correo amor eterno, mi mamá decidió llevarme a madrid el año antepasado. se suponía que yo no iba a ir porque no teníamos cómo pagarlo, pero de pronto se vino a mi cabeza el dinero que mi abuela me había depositado desde que nací para la universidad o para cualquier cosa que necesitara en mi vida y con eso viajé en junio del 2006. sé que mi abuela me entendió porque era, a esas alturas, una necesidad para mi concretar las llamadas telefónicas internacionales. tuve el peor vuelo de la vida, por no decir menos. es que siempre he tenido problemas en los oídos y me duele tanto el aterrizaje. siento como si fuese a estallarme algo por dentro o a florecerme el tímpano izquierdo. en fin, cuando llegué a barajas llamé al español y le dije "español, ya estoy en madrid" y sentí cómo sonreía del otro lado del teléfono (siento que podía percibir su comisura derecha golpeando contra el auricular) y me dijo con ese tono que solo puede tener un español: "venga, qué alegría tenerte tan cerca!". después de varios días de recorrer la ciudad con mi mamá, de ir a toledo y al escorial, por fin el español me llamó al hotel para decirme que tenía tiempo pues había terminado todos sus exámenes. genial, pensé. por fin me lo voy a poder comer. sí, es que olvidé mencionar una característica importante: qué español más guapo. metro ochenta y siete, ojos azules, rubio, sonrisa pep, voz ORGÁSMICA. con esto último se volvía profundamente comible. sin embargo, cuando nos juntamos en la puerta de alcalá, el primer pensamiento que se me vino a la cabeza no fue precisamente un "bien, por fin perderé mi virginidad", sino más bien un “que me van a salir lindos los críos!”. bueno, como es de esperar, mi mamá me fue a dejar al punto de encuentro (que no se les olvide que soy una niña!), por lo que claramente el español no me agarró ahí mismo y fue sumamente cortés y como el resto de los españoles. mi mamá lo amó y eso que es bien difícil que mi mamá ame a alguien. me explico, mi mamá no puede ver a Él. Él no puede entrar a la casa, considera que es una mala influencia para mi y que solo me quiere para cosas de grandes. pero ya, Él en esta historia no tiene mucho que decir, pues estaba contando mi primer encuentro con el español y Él todavía no existía cuando esto sucedió. mi mamá lo saludó y se fue. entonces el español me abrazó y me dijo que quería que lo acompañara a comprarse un bañador y que después podíamos ir al parque del retiro. fuimos al corté inglés y compramos lo que necesitaba; salimos de ahí y, al atravesar la calle, paf, me tomó la mano y no me la soltó más. yo creo que en ese momento me hice agua como amelie cuando nino le pregunta si conoce a la niña de la foto, que era ella misma. caminamos y tomamos el metro. nos bajamos en retiro y llegamos al parque. estuvimos mucho rato dando vueltas, me compró un globo enorme, nos tiramos al pastito y me dio un beso en la mejilla (y que me parta un rayo si fue en otro lado; cuál es el afán de los besos a medias?). me mostró donde quedaba su casa y luego me fue a dejar al hotel. en la puerta me dijo que todo había sido increíble y por fin me dio un beso. estuvimos por lo menos una media hora en la puerta, yo creo. se notaba que nunca había dado un beso, pero aprendió en dos segundos y yo me sentía tan espectacularmente seca por estarle enseñando a un español tan ORGÁSMICO cómo jugar al cíclope. al otro día me llamó y me dijo que el de ese día había sido su primer beso y que le había encantado. luego salimos, fuimos a bailar y el resto lo hizo madrid. me fui a sevilla por un par de días y, cuando volví, me fue a buscar al hotel. volvimos a lo de las lenguas. a los días después me invitó por fin a conocer su casa por dentro (y vaya qué adentro!) y bueno, claramente no hubo tiempo para conversar mucho: cuando abrió la puerta de su departamento, puso su mano entre mi cuello y mandíbula, el pulgar y el índice estaban ahora separados por la oreja, a su sillón luego y a su pieza después. no sé bien cómo llegamos a su pieza (bueno, en verdad sí sé cómo, pero me gusta contarlo de esa forma); solo recuerdo que mientras caminábamos medio desorbitados y con las manos por no sé dónde, mi vestido quedaba en el pasillo, los pantalones del español en la puerta, su cinturón entremedio de las sábanas. sí, estábamos en ropa interior y luego no y él jamás en su vida había visto un par de esas aparte de las de su mamá al nacer. debo reconocer que yo tampoco había visto mucho, pero me las di de que sí sabía. creo que hace tiempo no veía tantos cíclopes juntos, nos mordimos más de la cuenta (y dolía a veces) y yo creo que si había 30 grados afuera era agradable, porque dentro de esa cama no había menos de 40. nos movíamos de aquí para allá, de arriba hacia abajo, que sí, que no, que vamos, que NO TENGO CONDÓN. hasta ahí llegó toda mi fantasía sexual. me vestí y a los días me vine a bailar cueca. con el español no hablamos casi por un año y yo pensé que me iba a morir, porque parecía que me había enamorado un poco. bueno, no sé si enamorado, pero me daba rabia la no concretación. un día me escribió un meil pidiéndome perdón por no hablarme y contándome que se había alejado porque se había enamorado de mi, entonces le dolía que yo estuviera tan lejos. igual lo entendí, a veces los hombres son más aterrizados que nosotras. le respondí y así fue como volvimos a conversar y, a exactamente tres meses de mi próximo viaje a europa, puedo confesar que voy a madrid y que el español me juró que esta vez sí pasaríamos a “mejor vida”.
1 comentario:
Asumo que debo comenzar a escribir tu epitafio. Y será como una sarta de palabras sucias, o en su defecto una sarta de gritos inteligibles, gemidos, aires estancados.
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